Frente a la Plaza Chica de Tilcara, en la misma esquina donde a mediados del siglo XIX funcionó la primera pulpería del pueblo, y a comienzos del siglo XX sonaban los acordes de la primera orquesta típica de tango del Norte, Florencia Rodríguez y Fernando Fernández montaron en 2003 uno de los reductos gastronómicos más particulares –y encantadores- de la Quebrada.

Politóloga y cocinera, ella, artista plástico él, juntos forman una dupla que profundiza en clave de autor en los sabores y los colores de la región para hacer de cada comida una celebración para compartir.

Así, mesas originales del lugar se visten preciosamente para disfrutar -a la luz de las velas, con jazz de fondo, y rodeados de obras de arte que cubren las antiguas paredes- platos de la cocina andina elaborados con productos locales y reversionados con ‘el toque’ de la chef que los diseña, prepara y acompaña hasta que llegan a la mesa. Una exclusiva carta de vinos de altura marida con distinción, entre otros, el infaltable carpaccio de llama –aquí, con ajos confitados y ricota de cabra asada-, la ensalada tibia del producto estrella: quinoa negra –con verduras y semillas tostadas-, y el delicioso cordero braseado con membrillos y peras.