Frente a la iglesia de San Pedro Nolasco, patrono del pueblo de Molinos, un enclave imperdible en la Vuelta a los Valles Calchaquíes salteños, antigua posta del Camino del Inca y sitio testigo de los orígenes de la colonización española en el territorio argentino, una pequeña puerta de madera pintada de verde abre todo un mundo de placeres.

Dos patios rodeados de galerías coronadas con malvones rojos, pisos de ladrillo, anchos muros de adobe, techos de algarrobo y faroles de hierro, son sólo algunos de los detalles exquisitamente conservados de la Sala de la Hacienda de Molinos. Construida en el siglo XVIII y habitada por el último Gobernador Realista de Salta, Nicolás Severo de Isasmendi y Echalar, es hoy un exclusivo hotel con sala de lectura, salón de usos múltiples, amplias habitaciones ambientadas con muebles realizados por maestros artesanos, y una piscina para disfrutar bajo el sol calchaquí.

Un lugar para encuentros con historia, donde al encanto del paisaje y la cultura vallista se suma una cocina donde los sabores andinos y las recetas de campo se fusionan en creaciones de autor que se saborean maridadas con una selecta carta de vinos.