En la altura de la Ruta 40, el día amanece con vista al Nevado de Cachi. Delicias elaboradas con productos orgánicos invitan a un desayuno de espíritu artesanal. El aroma de la lavanda perfuma el desayunador de la casona de adobe y piedra construida a principios del siglo XX, reconvertida en el siglo XXI en un hotel amigable con el medio ambiente.

En las galerías, la contraseña es entregarse al placer de la lectura. Y en el spa, esencias aromáticas acompañan los masajes relajantes, ideales tras participar en los procesos productivos de la finca, conocer los secretos de la cosecha del pimentón, descubrir la mística de la Vendimia -según la época del año-, o para culminar una jornada de caminatas por el singular paisaje cultural de Payogasta.

Al caer la noche, el legado de la cocina calchaquí se combina con las tradiciones culinarias de la familia propietaria en platos de estación que maridan con excepción los vinos de la propia bodega. Y cuando la charla cede lugar a la celebración del sueño, las amplias y cálidas habitaciones, con pisos de piedra abrigados por alfombras tejidas en telar, baños generosos con hidromasaje, y el encantador detalle del hogar a leña, regalan descansos deluxe.